A medida que las sombras de la noche se toman las calles de Ibagué, un recorrido a través de estas deja en evidencia una problemática por tratar. La zona centro es la protagonista del trayecto, pero su condición se refleja en el resto de la ciudad.
Mientras mis pasos avanzaban sobre las calles en las que apenas había personas, el protagonismo se lo quedaban las incontables bolsas de basura y demás desechos que permanecían esparcidos sobre las calles, los andenes e incluso las áreas verdes que pude ver. La basura parece haberse naturalizado, y es que en una segunda observación evidencié cómo esta permanece en el suelo, pasando desapercibida entre los vientos de transeúntes que frecuentan esta zona diariamente.
Al caer la noche es cuando los desechos se dejan ver, pues se convierten también en el paisaje. El bullicio del día oculta muchas verdades, y una de ellas es la cantidad de residuos que, con el paso de las horas, parecen multiplicarse. Durante el día, la actividad humana, el comercio y la prisa disfrazan el problema, haciendo que la basura se mezcle con la cotidianidad de la ciudad. Pero cuando la ciudad duerme, la basura cobra vida y se convierte en el protagonista silencioso de la noche.
En un recorrido que comprende desde la calle 10 hasta la 15, en pleno centro de la ciudad, cada esquina cuenta una historia de desechos olvidados: papeles arrugados, botellas vacías, restos de comida y bolsas de plástico arrastradas por el viento son algunos de estos. La suciedad es un testimonio del uso y abuso del espacio público, un reflejo de una sociedad que aún no ha aprendido a convivir con su entorno. Caminando por las calles desiertas, uno no puede evitar sentir que la basura se ha convertido en un habitante más de la ciudad.
El problema es más profundo que la simple falta de limpieza. Es una cuestión de cultura y educación, de hábitos arraigados y de la falta de conciencia ambiental. La basura en las calles es un síntoma de un problema mayor: la falta de responsabilidad individual y colectiva. Cada desecho es evidencia de una acción descuidada y de una sociedad que aún no ha comprendido la importancia de cuidar su entorno.
Los contenedores de basura desbordados son testigos de una gestión ineficiente de los residuos. Los servicios de limpieza parecen insuficientes para hacer frente a la cantidad de desechos que se generan diariamente. Y mientras tanto, la basura sigue acumulándose, afectando la imagen de la ciudad.
Conforme la noche avanza, la basura sigue su desfile silencioso por las calles. En algunos lugares, los residuos se amontonan llegando a formar verdaderas montañas de desperdicios. En otros, se esparcen como un manto que cubre las aceras y los parques. La situación es desalentadora y plantea muchas preguntas sobre el futuro de la ciudad y la responsabilidad de sus habitantes.
La basura se convierte en una metáfora viviente de la decadencia urbana, una manifestación tangible de la indiferencia humana hacia su entorno. Cada papel arrugado y cada envase descartado cuentan una historia silenciada de la sociedad moderna, una narrativa de consumismo desenfrenado y descuido medioambiental. La basura, en su desfile nocturno, se erige como un testigo mudo de nuestras acciones diarias, una presencia ominosa que nos recuerda que, incluso en la oscuridad, nuestras huellas quedan grabadas en el paisaje urbano.
El recorrido nocturno por el centro de la ciudad deja una sensación de urgencia. Es necesario tomar medidas para abordar este problema, desde la educación y la concienciación hasta la mejora de los servicios de limpieza y la gestión de residuos. La basura no debe ser una parte normalizada del paisaje urbano. Es hora de que la ciudad recupere su limpieza, y para ello, todos debemos hacer nuestra parte.
Al final del recorrido, queda claro que es más que un problema de higiene; es un reflejo de la relación que tenemos con nuestro entorno. Es hora de tomar acción, para que las noches dejen de estar marcadas por el desperdicio y puedan brillar con el cuidado que nuestra ciudad merece.
Yosseph S. Prieto
Periodista DiverGente